David Campos, Juan Carlos del Olmo,
Director General, Secretario General de
Kimberly Clark, WWF
El ambiente que se respiraba en el transcurso de la entrevista entre David Campos y Juan Carlos del Olmo fue la prueba de que las relaciones entre ONG y empresas han vivido una auténtica revolución en los últimos años. La confrontación directa y la falta de entendimiento que presidían la interlocución en el pasado han dado pie a un diálogo abierto y sincero en el que muchas veces se comparten objetivos, como en el caso de Kimberly Clark y WWF para la consecución de un negocio forestal sostenible.
Uno de los puntos más sensibles de la política de RSC de Kimberly Clark es el tratamiento de las materias primas con las que se elaboran sus productos, ¿cómo lo explicaría?
David Campos. Ésa es, efectivamente, un área crítica para la compañía, al ser uno de los mayores productores de tissue del mundo.
Me siento muy orgulloso, con hijas pequeñas a las que quiero dejar un planeta saludable, de la política de adquisición y tratamiento de las materias primas de Kimberly Clark, la más avanzada y por tanto líder en el mundo.
Me gustaría destacar que no se trata sólo de mi opinión, sino de hechos contrastables: Kimberly Clark fue la primera compañía que pidió a sus proveedores certificación independiente de la fibra de la que elabora sus productos y hoy el 100% de la fibra que utilizamos en Europa y el 99% de la del mundo está certificada. La segunda evidencia es nuestro compromiso por maximizar el uso de fibras FSC y la tercera es nuestra búsqueda de colaboraciones con socios estratégicos, como WWF. Por ejemplo, hemos estado trabajando en proyectos de cuidado de bosques en riesgo y reflexionamos acerca de cómo generar políticas para mantener esos bosques de forma saludable. Esa colaboración y, ocasionalmente, tensión con ONG u otras entidades es la tercera razón por la que diría que Kimberly Clark lidera esa área.
Somos líderes y para mantenerlo estamos comprometiéndonos con metas muy agresivas. Metas que ni siquiera sabemos cómo vamos a lograr.
En Río+20 el vicepresidente mundial de la compañía anunció que estaban investigando en fibras alternativas a la madera. ¿Cuál es su objetivo al respecto?
Queremos que el 50% de todas las fibras provengan de fuentes alternativas a la madera en 2025.
¿Cuáles son esas fuentes alternativas?
Estamos trabajando con el bambú y con la paja del trigo. En Reino Unido, por ejemplo, ya se ha lanzado la línea Andrex Eco, que usa el 10% de fibra de bambú y el 90% de fibra tradicional y las investigaciones de nuestra división profesional ya están muy avanzadas para usar bambú y paja de trigo.
Se va a requerir mucha innovación para conseguirlo, pero lo bueno es que Kimberly Clark es líder en innovación: fue la compañía que lanzó la categoría de higiene femenina en la década de los años 20 y en los 30, la de los pañuelos desechables que, curiosamente, en España se conocen por Kleenex, el nombre de nuestra marca.
Recientemente Kimberly Clark ha renovado el acuerdo de colaboración con el Programa Global Forest & Trade Network (GFTN) con WWF. ¿En qué consiste este programa?
Juan Carlos del Olmo. La GFTN es una red de WWF que trabaja de forma distinta en dos tipos de países: en los consumidores de madera, papel o derivados de los bosques, como Estados Unidos o Europa, tratamos de generar una demanda sostenible de este tipo de recursos, básicamente trabajando con grupos de compradores y empresas que lo que hacen es demandar en toda su cadena de proveedores este tipo de papel. Y en los países productores fomentamos la gestión forestal sostenible de los bosques más amenazados del planeta a través de la creación de grupos de productores integrados por los forestales e industria de transformación de la madera que cuentan con una certificación forestal creíble, como la FSC, o están en proceso de conseguirla. Trabajamos con la oferta y la demanda ayudando a identificar las fuentes de la madera o derivados y su trazabilidad. Identificamos cuáles de esas fuentes son las de mayor riesgo e impulsamos una política en la que se sustituyen las de más riesgo por las más seguras.
La clave es la FSC, un sistema que no pertenece a nadie, una asociación independiente en la que están representadas el interés económico, el social y el medioambiental y velan por los principios del sistema para que puedan certificarse los productos forestales.
Uno de los problemas que tiene el mundo es el consumo excesivo, pero ante eso, como en el judo, convertimos algo negativo en positivo. La transformación forestal del mundo gracias a esta iniciativa es impresionante. Para ello tienen que existir organizaciones como la nuestra, pero también empresas como Kimberly Clark.
¿En qué consiste exactamente la colaboración?
David Campos. En 2008 nos vinculamos al programa en algunos países y en 2011 lo corroboramos a nivel global. La compañía trabaja con el objetivo de que para 2015 el 100% de nuestras fibras provenga de fuentes certificadas. Hoy no es posible por la falta de oferta de fibra certificada por lo que colaboramos en aumentar la oferta a través de formación, entrenamiento de pequeños propietarios que producen madera, trabajamos para la trazabilidad del producto en toda la cadena de suministro, etc.
En 2011 adicionalmente, nos marcamos la meta de que el 50% de todo lo que produjéramos ese año fuera FSC o reciclado y se logró ese objetivo.
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